domingo, 15 de febrero de 2015

Cuatro veranos...

Cada vez que veo tu foto miles de sentimientos se mezclan en mi. Te veo tan mayor que me da miedo, pero sé que en el fondo eres mi niña de siempre.
Quien tiene el placer y la suerte de conocerte, sabe que tu sonrisa no deja indiferente a nadie. A pesar de llevar esa melhfa, lo cual te designa como mujer, veo en tus ojos la inocencia y la pureza de una niña, de esa niña que me dio momentos inolvidables cada verano que pudimos pasar juntas. Y ahora, tengo miedo, ya no sé si volverás, ya no sé si tendré, algún día, la oportunidad de volverte a estrechar entre mis brazos, de verte sonreír y envolverme en tu sonrisa. Y sí, lo admito, tengo miedo de no volver a verte más. Mi niña, la que tanto me ha enseñado, con la que tanto he vivido... No sabes como echo de menos tus historias al dormir, el que me cojas la mano y pegártela a la cara y así pasar toda la noche, sin separarnos. Añoro, oírte cantar y el mirar como , tan coqueta, te acicalabas ante el espejo, al son de cualquier música que pusieras. Extraño tus abrazos sin motivo, el que me tengas apretada en el sofá por el simple hecho de querer estar conmigo...
Cuatro veranos maravillosos, un primer encuentro que jamás olvidaré, tan pequeñita, tan frágil...
Tres reencuentros maravillosos, nervios e ilusiones, abrazos sentidos.
Cuatro veranos en los que me has enseñado que es muy fácil quererte y tan difícil olvidarte... ¿Difícil? ¿Qué digo? Olvidarte es imposible porque siempre, esté donde esté y vaya donde vaya estás conmigo.
Cuatro veranos de los que atesoro cada momento vivido contigo...
Cuanto daría por volver a verte, princesa. Te echo tanto de menos...

domingo, 1 de febrero de 2015

¿Casualidad o Causalidad?

Entonces, un buen día, te das cuenta que eres tan feliz que no puedes permitir que la más mínima tontería empañe esa felicidad. Porque llegó el momento de tener todo aquello que en lo personal siempre anhelé, de tener a tu lado a esa persona que hace que no eches de menos nada, de sentirme valorada (aunque a veces llegue a pensar que no lo merezca) y que te hace darte cuenta del porqué nunca antes funcionó con nadie más y es porque nos teníamos que encontrar si o si.
Y entonces piensas que no te pudo pasar nada mejor, que las casualidades no existen pero si las causalidades. Que si una puerta se cierra se abre un ventanal y que después de lo malo la vida te depara algo mucho mejor, algo que no se puede comparar con nada de lo vivido. Y entonces, no te queda otra que darle las gracias al destino por haber hecho que nos encontrásemos. ¿Y qué viene después? Sólo pido lo mismo que en el presente. Tu sonrisa, tus besos y el tenerte a mi lado. Porque me quieres aun cuando no lo merezco, por tener la paciencia de un santo conmigo (que no es fácil) y porque a tu lado la vida es más fácil de llevar.
Y no me hagas caso cuando te pregunto "¿Qué voy a hacer contigo?" porque es algo que tengo clarísimo y la respuesta es quererte por los siglos de los siglos, amén.