viernes, 28 de febrero de 2014

A ti, princesa.

Hoy quiero dedicarte esta entrada a ti, hoy exactamente que hace 6 meses que te di el último abrazo, que vi tus ojos empañados clavados en los mios, con la esperanza de volver a vernos. Una despedida doblemente difícil. Tú, ese mismo día, volvías a los campamentos, yo viajaba a Londres. Y en un solo día, los kilómetros entre nosotras se multiplicaron.
Y así empieza todo...
Llegaste a nosotros el 20 de junio de 2010. Yo ya había visto tu carita antes en una foto, pero nada comparable a cuando te tuve frente a mi. Entramos en aquel gimnasio de instituto. Quedaban ya pocos niños y te vi. Te pusiste de pie, y allí estabas, delante de mi, mirándonos con ojos atentos y una enorme sonrisa en tu cara. No pude resistir mis ganas de abrazarte y tú, como si me conocieras desde siempre, te agarraste fuerte a mi, rodeándome la cintura con tus brazitos. Momento para no olvidar jamás. Eras tan pequeñita...
Desde ese momento, no dejaste de sonreír y yo, feliz de verte tan contenta.  Algo me dijo que eras especial.
No me equivoqué. Y hoy por hoy doy fe de que la frase que alguien me dijo una vez, es completamente cierta: "La gente de Hagunia es especial".
Y tú, mi princesa, lo eres.
Estoy completamente segura de que quien te conozca quedará enamorado de tu sonrisa y tu dulzura. Cosa que ha ido aumentando año tras año.
Cuatro veranos son los que has pasado con nosotros. Cuatro veranos en los que, estoy segura, he aprendido yo más de ti que tú de mi. Cuatro veranos en los que he pasado junto a ti momentos que jamás olvidaré, y que quedarán grabados en mi memoria.
Porque tu me has enseñado que hay cosas que se pueden tatuar sin tinta, en el corazón, derrochando cariño y dulzura por doquier, demostrándolo a cada instante con tus besos, tus abrazos, esos que tanto añoro y deseo volver a sentir.
Sé que siempre estarás conmigo, aunque la distancia nos separe, siempre llevaré conmigo tu nombre. Porque has dejado huella, una huella imborrable en mi, por tu manera de ser, por alegrarme con tu risa, tus bailes y tu canciones, por tanto cariño y amor que das.
Es tan fácil y tan bonito quererte... Porque no has sido la única, pero para mi eres ÚNICA.
Hoy, seis meses después de ese abrazo de despedida, te sigo echando de menos, y espero volver a verte muy pronto. Quizás, no tan pronto como quisiera, pero te prometo princesa que te daré el mayor de los besos dados, el más grande abrazo de la historia, porque nos veremos de nuevo.
Y te doy las gracias. Gracias por enseñarme a ver las cosas de otra manera, por esa complicidad tan nuestra, por todos los momentos de felicidad vividos.
Echo tanto de menos que me cojas la mano y la pongas debajo de tu cara para dormir, apretándola fuerte contra ti,  como si ni en las noches quisiéramos separarnos. Echo de menos el que te despiertes y te metas en mi cama, conmigo; el que duermas abrazada a mi, sin importar el calor que haga. Te echo mucho de menos...  Pero te prometo algo:
Nos veremos pronto, princesa. Te quiero.

Wanni bik 7atta amira ua metwa7achtik!!
Manab6aw nejabru inchallah.

jueves, 27 de febrero de 2014

Muñeca de porcelana...

Y a veces tengo miedo. Miedo a que me olvides, a que nunca más sepamos el uno del otro, a desaparecer para siempre. Y se me coge un nudo en el pecho q me corta la respiración.
Miedo a pensar que sólo soy una muñeca más en tu colección, con la que compartiste tu ilusión, tus secretos y que un día, te cansaste de ella. Es insoportable el dolor que me crea el pensar que puede ser así. Pero a la vez es inevitable.
Y aqui estoy, cual muñeca sentada en una estanteria esperando que una niña se dé cuenta que sigo ahí, y esperando, en vano, que vuelva a tener la misma ilusión que el primer día por ella. Ilusiones vanas. Llegan nuevos juguetes, y yo sigo con una sonrisa pintada que no dice nada. Inmóvil. Esperando como quien espera un milagro. Algo que nunca sucederá y como vieja muñeca, acabaré en el desván de tus recuerdos. Sin esperanza de volver a ser "la nueva muñeca" pero con mi sonrisa pintada, por si alguna vez vuelves a abrir el baúl de los juguetes viejos. Ahí estaré. Sonriendo.

miércoles, 26 de febrero de 2014

Rareza

Y de repente un día, como hoy, te levantas y sientes que algo no va bien, sientes un ligero nerviosismo y tu interior está inquieto, echas de menos algo, alguien... No sé. Y sin saber por qué comienzas a hacerte preguntas. Muchas. Demasiadas, tal vez.
Pasado, presente y futuro en un mismo cruce de pensamientos. Cruce de sentimientos, también. Y te asaltan mil preguntas, que por desgracia, ni sabes, ni sabrás jamás la respuesta...
El pasado, no se puede modificar, pero siempre quedan preguntas sin respuestas... Dudas sin resolver y algunos "¿por qué?" sin explicación
El presente está formado por las decisiones que tomamos en el pasado. Buenas o malas, es el resultado de nuestros actos pasados. Pero siguen las preguntas. Sobre todo, a mí me asalta la misma pregunta siempre: "¿Qué hubiese pasado si..?" Quizás mi presente fuera diferente y quien sabe si mejor o peor. Y es que es estos días raros cuando echo de menos tantas cosas del pasado...
¿Y el futuro?  Nadie, sabe lo que le depara el futuro... ¿Será cómo queremos que sea?
¡Qué día más raro..!  Algo no para de dar vueltas en mi, tristeza oculta detrás de una sonrisa, preguntas sin respuestas y respuestas que no necesitan preguntas.
¿Por qué?  ¿Hasta cuándo? ¿Será?
En días así, es cuando echo de menos a personas, cosas, momentos, lugares, palabras... A ti. Pasado. Dulce o amargo, según se mire. Pero hoy...
Sólo quiero que acabe este día, que mis pensamientos se ordenen dentro de su caos habitual. Dejar atrás ese cruce de sentimientos donde pasado, presente y futuro de han dado cita hoy. Caos mental. Yo tratando de ordenar. Y de vez en cuando, tú.

martes, 25 de febrero de 2014

Abismo

Existen muchos tipos de abismos. Los que separan personas, vidas, mundos... Pero de todos, creo que el más difícil de saltar, es el abismo que existe entre lo que se siente y lo que se piensa.
Tarea para mí difícil, y voy cual funambulista paseando por la cuerda que lo atraviesa. Cargo uns balanza. A un lado, la razón; lo que sé, lo que pienso, lo que "se debe", lo que quiero y no quiero. Al otro lado, los sentimientos; difíciles de domar, están ahí y no se marchan, lo que siento y callo, lo que late en mi constantemente, lo que me arrastra cual grandes olas hasta lo más profundo del mar. Tú, tu mirada, mi mar.
Y a pesar de saber que debo nadar a contracorriente, me dejo llevar por el oleaje, hasta de nuevo sumergirme en ti. Se ahoga mi razón y flotan mis sentimientos.
¿Qué pienso? ¿Qué siento? Si encontrara la manera de conectar cerebro y corazón...
Y no me importa, me lanzo a cruzar ese abismo, andando de puntillas y con cuidado, sobre la delgada cuerda. Trato de equilibrar la balanza. No puedo perder el equilibrio. Pero no me mires, o me lanzaré al vacío abandonándome a tu voluntad... Presiento que el abismo es grande, y el camino largo y difícil. La cuerda no está lo suficientemente tensa. La balanza no está demasiado equilibrada. ¿Razón?  ¿Corazón? ¿Mente fría corazón caliente? 
No es fácil. Avanzo despacio. Puede que hasta retroceda para no perder el equilibrio cuando la balanza se incline hacia un lado o a otro. Razón. Sentimiento. Deseo. ¡Qué oscuro abismo! Pero camino con extremo cuidado. Voy con cuidado de no caer.
Y al otro lado... Tú.

lunes, 24 de febrero de 2014

Pasos... Huellas.

Y después de un fin de semana de reflexión, pienso y afirmo que reflexionar sobre ti no sirve para nada y aquí sigo, echándote de menos, sin saber ni el porqué ni el hasta cuándo.  Fin de semana donde emplear mi tiempo en mil cosas para no pensarte,  ha sido en vano. En el que por momentos, la máscara del olvido se me caía, dejando escapar mil suspiros que no llegarán a ningún lado. Ni siquiera a ti.
Y te siento lejos... Cada vez más. Sigues caminando y ni tan sinquiera vuelves la cabeza. Ni siquiera me miras. Tu sigues. Yo me quedo. ¿Esperando? ¿Esperándote?
Sigo aquí mismo sentada, esperando algo que no llega,  oyendo tus pasos, pero sé a fondo que nunca vendrás.
Pasos. Pasos firmes y decididos. Pasos que forjan el camino. Sin retorno. Y te alejas... Pero quedan tus huellas. Huellas que ni el tiempo ni el más duro de los temporales logrará borrar.
Lo reconozco. Te echo de menos. Pero tú...

viernes, 21 de febrero de 2014

Montaña rusa

No me gusta vivir en una montaña rusa, duele. Cansa.
A veces estas arriba, y todo te parece maravilloso, perfecto, pero sé que la bajada esta cercana...
Cuando estás abajo,  todo es gris, no entiendes que pasa, y piensas: "Si todo iba bien, empezaba a ver cosas claras, ¿que ha pasado?"
Tal vez la culpa sea mía, por estar condicionada a una sola palabra tuya. Maldita necesidad... Tal vez sea culpa de esta caprichosa vida que nos mueve a su antojo, como simples marionetas. No se, pero estoy agotada.
Tanta subida y bajada, daña. Si al menos tú me acompañaras en el viaje...
De nuevo espero la subida. Necesito sentir mi corazón latiendo cómo si quisiera salirse del pecho. Espero. Nada llega. Sigo abajo. Cuesta tanto subir... y que poquito se tarda en bajar. Maldita atracción. El viaje es demasiado largo. Pero como siempre, no quiero abandonar el juego.
Quizás, algún día, la montaña rusa se pare y no me importará si subir o bajar. Ese dia ya no dolerás. Ese día te habré olvidado. Lejano día.
Mientras tanto, sigo dando vueltas, negándome a abandonar y enganchada a este modo de vida, que a veces hiere, y a veces sana. ¿Masoquismo? Puede ser...  Enganchas, atraes y yo no tengo cura...
Sigo esperando ese momento que me haga subir a lo más alto. Para volver a bajar, quizás...

jueves, 20 de febrero de 2014

Brisa.

Me desperté y ahí seguías, en mi pecho, pero el dolor no era tan punzante hoy...
Y es que llegas y te vas como las tormenta... Días en los que dueles, en los que la lluvia de tus recuerdos y el frío helado de tu ausencia hacen mella y se calan hasta mis huesos... Sin embargo, hoy es de esos días en los que estás en mi cómo la suave brisa. Que se siente, pero no daña...
Y así te siento. No te marchas. Pero hoy tu recuerdo no duele.
¿Hasta cuándo?  ¿Volverá el temporal? ¿Será solo una calma pasajera?
No lo niego, te echo de menos, pero en días como hoy me gusta recordarte. Tu ausencia sigue pesando, pero hoy te siento cerca. Imaginación.
Tu indiferencia no me deja indiferente... Ni hoy, ni mañana... Sigues. Seguirás. Pero no estás. Y es hora de que vaya asumiéndolo. Quiero que seas sólo un suave viento que dulcemente roza mis sentimientos. No quiero más días de huracanes y tormentas. No más lágrimas. Y que fácil es decirlo... Que difícil será que suceda. Esto ya lo he vivido antes. Y de repente un día, sin más, vuelves a doler. Tempestad...
Ojalá todos los días fueran de brisa y no de tempestades...



miércoles, 19 de febrero de 2014

¿Quién?

Hoy es un día de esos que no me aguanto ni yo... De esos en los que sólo tú sabías cómo llevarme. En los que únicamente tú eras capaz de arrancarme una sonrisa, haciendo que olvidara la tristeza... Parecía increíble, eras el único capaz de soportar mi mal humor, y a veces, mis berrinches de niña... ¡Cuánta complicidad!
Hoy es un día de esos de antes. Pero es tan diferente ahora... Tú no estás.
Y entonces pienso si algún día encontraré a alguien que sea capaz de de soportar mis cambios de humor, como lo hacías tú... Capaz de saber mi estado de ánimo sólo con que dijese una palabra, como lo hacías tú... Capaz de hacerme sonreír por muy gris que estuviese el día, como lo hacías tu... Capaz de quitarme un enfado, a veces por tonterías, y hacer que me olvidase de todo, como lo hacías tú... Tengo miedo a no encontrar a nadie así. Quien cómo tú con tanta paciencia...
Y me da miedo. Miedo de verme sola. Miedo de tenerte tan idealizado que a nadie crea capaz de llenar mis expectativas. Tengo miedo, si. Porque tú ya no estás y yo sigo aquí. Porque en días como estos, lo único que quiero volver a ti. Nadie cómo tú para sentirme "especial".
Ahora, estos días como "los de antes" son más difíciles. No hay nadie. No estás tú. Y, lo siento, pero nadie como tú...
A veces desearía volver atrás y que todo fuese diferente. Pero ahora, tú ya no estás.





martes, 18 de febrero de 2014

Adicción...

Lo reconozco, soy adicta a tí. Confieso que te necesito, aquí, allí, cerca, lejos... Pero que estés. Me haces falta. Necesito una dosis diaria de ti. Tal vez de tus besos, de tus caricias... simplemente de tus palabras. Dulce adicción y a la vez tan amarga.
Y busco de manera desesperada la manera de encontrarte, la manera de quitarme este mono que me desespera. Una pequeña dosis. Sólo una pequeña dosis para calmar mi ansia. Porque tu lo eres todo, mi adicción y mi terapia, mis risas y también mis lágrimas.
Maldita adicción que me hace no poder separarme de ti. Que me hace estar enganchada a ti...
Bendita adicción que me da alas en los momentos bajos, que calma mi ser, que me hace soñar.
Una dosis, sólo una minúscula dosis de ti es suficiente para no hacer mis días más llevaderos. No me avergüenzo, tengo una adicción. Dolorosa y a la vez deseada.
Y si ésto que me pasa tiene cura, lo siento, no quiero encontrarla. Me niego a desintoxicarme.
Déjame vivir en la droga de tus palabras, aunque a veces sean punzantes cual aguja. Déjame flotar en el humo de tus recuerdos.
Déjame seguir con esta adicción y dame de ti pequeñas dosis... Porque de ti no quiero curarme jamás.



lunes, 17 de febrero de 2014

Me pregunto...

Me pregunto si alguna vez tendré el valor de decirte a la cara todo esto que hoy escribo... Si tendré la osadía de decirte que te echo de menos, que nada ha cambiado, que no te olvido. Me pregunto si alguna vez tendré la oportunidad de hacer que las palabras manen de mis labios y no de mis manos. Que mis sentimientos callados se transformasen en voz y llegasen a tus oídos. Nada que no haya dicho antes. Nada que tu no hayas oído de mi.
Lo que antes salía de mí sin ningún esfuerzo, hoy vive en mi pecho, atascado. Y nada más puedo hacer que ahogarlo entre suspiros.
Me pregunto si sería capaz de hablar, o si solo temblaría de tenerte delante. Son tantas las palabras calladas, son tantos los sentimientos disfrazados, son tantos los te quieros por decir...
Me pregunto si algún día eso pasará, si me armaré de valor, si al fin sabrás...
Hoy, sigo callada. Así seguiré. ¿Quién sabe hasta cuándo?


domingo, 16 de febrero de 2014

Te busco...

Y de repente voy por la calle y mil cosas me recuerdan a ti... Un rostro, un olor, una sonrisa, una expresión y sin quererlo, me pongo a sonreír como una tonta... Y es que si se aprende, se puede vivir con los recuerdos. Quizás, esta obsesión mía de verte en cada rincón del mundo vaya desapareciendo, y sólo digo quizás. También me he acostumbrado a vivir con ella...
A escuchar una canción y pensar en ti, inevitablemente o simplemente a pensarte mientras camino rodeada de gente desconocida. Y cuándo menos me lo espero algo hace que te recuerde.
A veces, tengo la sensación de que voy a volver la cabeza y vas a estar ahí, otras, que voy a encontrarme de frente contigo. Sonriendo... Imposibilidades de la vida. Nunca sucederá. No estás. No estarás. Estuviste...
Y sigo caminando. Y te imagino cogido de mi mano, paseando juntos... Ya no veo a la gente, no me importa. Me evado del mundo. Sueño despierta...
Vuelvo a la realidad y tú no estás, no estarás. Y yo, te seguiré viendo en cada rostro desconocido, en cada mirada q se cruce con la mía... No, nadie como tú. No estás. Te busco. Te extraño...


sábado, 15 de febrero de 2014

Tu silencio...

Y hay días en los que parece que voy acostumbrándome a tu ausencia. Aunque te piense, parece que me acostumbro a tu silencio, a vivir únicamente con tu recuerdo. Todo parece ir bien. Tengo que aprender que no estás. Y de repente un pensamiento asalta mi mente y el corazón se me encoge. ¿Será que esta vez te has ido para siempre de mi vida? Oh, no... Eso duele. Mis ojos se humedecen y se nubla mi mirada. La idea de que salgas definitivamente de mi vida me produce una enorme tristeza. Este silencio me mata. Prefiero que pensar que estás ahí, detrás de tu silencio. Que no te has ido del todo. Intento consolarme con mis pensamientos.
De nuevo empiezo a necesitar tus palabras. Quiero creer que estás ahí, lejos pero cerca. Que aún no te has ido definitivamente. Y empiezo a creer que volverás. Una leve sonrisa aparece en mi cara. Necesito creer que aún sigues ahí. No tengo respuesta. Silencio.
Maldito silencio que retumba en las paredes de mi habitación. Te extraño. Este silencio duele, hiere. No me acostumbro a él por más que quiera. Odio esta sensación soledad. Tengo la imperiosa necesidad de no necesitarte. Mata este silencio tan tuyo. El tiempo pasa y tú sigues en silencio...


viernes, 14 de febrero de 2014

Sentimientos en "on"

Igual que en días anteriores, llueve. Y yo sentada en mi rinconcito pienso que el ser humano debería tener un interruptor con el cual activar y desactivar sus sentimientos según quisiese. No cabría duda que yo lo tendría en "off".
Dicen que amar es algo bello, pero... ¿Dónde queda esa belleza cuando el amor se convierte en dolor? ¿Cuando, a pesar de amar, las lágrimas le ganan a las sonrisas?
Estoy cansada... Y pienso en ese interruptor y se me ocurre que ojalá pudiera "apagar" mis sentimientos hacia ti. De todos modos, no van a ningún sitio. Y quisiera que en sólo un instante todo esto desapareciese, así, sin más. Dejar de quererte. Dejar de pensarte. Ojalá.
Con un sólo "clic" hacerte desaparecer.
Pero no es tan fácil, no dispongo de ese "interruptor de sentimientos". No puedo apagar esto que siento.
Tal vez si existiese, todo sería más fácil, al menos para mi. Te querría cuando yo quisiese y dejaría de hacerlo en cualquier momento. Pero pasan los días, y todo sigue igual, mis sentimientos no disminuyen y no me acostumbro a tu ausencia. Y tú... Bueno, tu vives muy lejos de mi mundo... Indiferencia.

jueves, 13 de febrero de 2014

Lágrimas...

Y de repente vuelven a aparecer... Lágrimas que yo ya creía olvidadas, que no merecen ser derramadas pero que continúan brotando de mis ojos de vez en cuando. Cuando te echo de menos,  cuando pienso que no soy yo quien te hace sonreír y hablar de amor, cuando me doy cuenta de que tengo pasaporte a tu olvido. Entonces lloro. Lloro en silencio. Rabia. Impotencia. Te escapas, tal vez ya te fuiste y yo no quise (o quiero) darme cuenta. A veces me puedes, esta sensación de vacío me supera y por mucho que te nombro tú ya no estás...
Demasiada tristeza inmerecida. Soledad, quizás ganada en una batalla perdida. Y aquí sigo yo, como un soldado malherido que aún piensa que, únicamente por guardar una última bala puede vencer una batalla ya perdida. Que tonta... Pero sigo en pie. Intentando que mi sonrisa maquille mis heridas de guerra.
Es obvio. Imposible. Las lágrimas no cesan. Te echo de menos... Y a pesar de todo te conozco demasiado bien y sé que no te gustaría verme así. Lo siento, me puedes.
Pero entonces renace mi orgullo y seco mis lágrimas y me pongo en pie. Ya no más llanto, ya no más lamentos... Respiro hondo. Cierro los ojos y pienso. Se acabó. Ya no más. Pero sé que no será así, y que habrá una próxima vez. Aunque yo no quiera, sigues en mi.


miércoles, 12 de febrero de 2014

Gritar...

Hoy no me apetece escribir. A veces no es suficiente escribir... Necesito gritar.
Y es que tengo un nudo de sentimientos en el pecho que ahoga y unas cuantas palabras atravesadas en la garganta que pinchan, que quieren salir. 
Hoy te echo demasiado de menos. Lo admito. Quizás tenerte delante me ayudaría a deshacer ese nudo. Quizás las palabras fluirian sin ningún problema. Como antes... Ojalá pudiese mirarte a los ojos y gritar todo esto que tengo callado y sin más, decirte que te extraño, que las palabras no salen si no son para ti. Silencio. Suspiro... Y por un momento cierro los ojos y te veo, ahí delante de mi. Con tu impasible sonrisa, mirándome fijamente... ¡Oh, dios cómo desearía tenerte delante y verme reflejada en tus ojos! Sueño. Nostalgia. Deseo... Abro los ojos. De nuevo, suspiro. Pensamientos que, por un instante, te hacen tocar el cielo.
Este sentimiento me ahoga. Necesito gritarlo. Necesito que me oigas. Tal vez algún día tenga la oportunidad de tenerte frente a mi y que todas estas palabras fluyan como una corriente de agua ladera abajo. O tal vez, no haga falta hablar. Me ablando ante ti, lo sabes. Pero entre tu y yo las palabras sobran, y lo que mi boca calle, lo gritarán mis ojos. Lo sabemos. Nos entendemos.
Pero hoy, precisamente hoy que no estás aquí, hoy que no te puedo ver, hoy que son miles los kilómetros de distancia, necesito que sepas que sigo aquí. Hoy necesito gritar...


martes, 11 de febrero de 2014

Sólo cinco minutos...

He pensado muchas veces como sería volver a vernos, como sería si pasásemos tan sólo cinco minutos juntos.
Como serían nuestras miradas al encontrarnos de nuevo, si el corazón nos latiría con la misma  intensidad de la primera vez, si las sonrisas aflorarían sin permiso con cada gesto, con cada palabra... Si sólo el tenernos de frente el uno al otro, nos haría temblar. Muchas incógnitas...
Pero también he pensado que podría suceder todo lo contrario. Que todo fuera frío y estuviésemos distantes, que ese brillo en nuestros ojos, cada vez que nos mirábamos, hubiese desaparecido. Que simplemente seamos dos conocidos. ¿Un hola, un café y un "hasta la próxima"? Duele. Me niego a creer que fuese así. Ni siquiera me gusta imaginarlo.
De lo que sí estoy segura es que aprovecharía el tiempo para no dejar pasar inadvertido ni siquiera un sólo movimiento tuyo.
Cinco minutos contigo, sólo cinco minutos serían suficientes para mi. Para entender, para comprender, para mirarte y tatuarte en mi retina, para envolverme en tu aroma para disfrutar de ti simplemente sin hablarte, si así "el guión lo exigiese". Sí,  sólo con eso me conformaría. Me declaró conformista.
Cinco minutos en los que me olvidaría de todo lo demás para disfrutar de tu mirada, tal vez fría, sin nada que expresar, o tal vez con ese brillo tan peculiar que la caracteriza.
Tu mirada, la que enamora, la que atrapa, la que es capaz de hacer que me pierda sin ganas de volver a encontrarme, la que crea adicción... la que con tu boca, tal vez ésta inmóvil y callada o por el contrario sonriente e imparable, puede crear el paraíso perfecto.  Un paisaje digno de ser admirado. Tu boca, tu mirada. Paraíso... Sí, así es, así sería. Cinco minutos contemplando el paraíso... Para mi eso sería suficiente.



lunes, 10 de febrero de 2014

LA CANCION

Hay canciones que te gustan... Canciones que te encantan... Canciones que te enamoran... Y luego está LA CANCIÓN. Esa que siempre que la oigas hará que se te erice la piel, que pase el tiempo que pase removerá en tu estómago esa especie de "hormigueo", que te transporte a otros momentos vividos... Para mi, sin duda alguna, esta es LA CANCION

Insomnio

¿Es que ni en las horas de descanso puedes dejar de pasearte por mi mente? No he pegado ojo, no he dormido nada. Si duermo, te sueño y si no duermo es porque te pienso...
Las noches se hacen eternas, el reloj casi no avanza y mi cama... mi cama a veces me parece tan grande...
Decidí sentarme en mi ventana y allí estaba la luna, fiel amiga. También tu luna. La misma para los dos. Parecía que ella sabía de mis pensamientos.
Apenas alumbraba, oculta por las nubes. De nuevo, recuerdos. Momentos. Y sin querer lo una sonrisa esboza en mis labios. De nuevo nostalgia.
No me acostumbro a tu ausencia, aunque esté aprendiendo a vivir con ella y sin ti... No me gusta este escozor que me provoca el no tenerte a mi lado. Nadie dijo que fuera fácil. No lo es.
Así que sólo un favor te pido, solo uno, pequeñito... déjame el día para pensarte y la noche para soñarte.


domingo, 9 de febrero de 2014

Dulce tortura.

Lo intenté. Juro que lo intenté. Intenté olvidarte poniendo en mis labios otros besos, en mi piel otras caricias, entre mis dedos otros dedos... Pero de nada sirvió. Ahí seguías... Aquí sigues... En cada suspiro, sin querer, se me escapa tu nombre, en cada parpadeo te veo y te siento en cada latido...
Quisiera saber si existe alguna regla a seguir para no quererte, alguna norma que me impida tenerte tan presente, alguna manera de sacarte de mi mente. O tal vez no. Quizás sea todo lo contrario lo que pase. Quizás quiera seguir buscando tu cara en la multitud, viendo tus ojos en cada mirada, pensando que tú también tienes ganas de verme... Que me echas de menos. Dulce masoquismo.
Tal vez sí exista la manera de olvidarte, tal vez lo único que necesito es QUERER hacerlo. No hoy. Hoy me niego a olvidarte. No tengo la suficiente fuerza de voluntad y me abandono a esta dulce tortura.

sábado, 8 de febrero de 2014

El tiempo...

A partir de ese día me vi obligada a aprender a vivir sin ti, a acostumbrarme a que tus brazos nunca más serían mi refugio, ni mi música tu voz, ni mi universo tus ojos, ni mi piel tus manos...
Aprendí a callar, a querer en silencio quizás... a disfrazar mis sentimientos tal vez.
Tu ausencia escuece, tu indiferencia duele, mi soledad te busca. No te encuentra. No estás. Ya no.
Pero estoy segura que llegará ese día en que sólo serás mi mejor recuerdo y será entonces cuando realmente haya aprendido que la vida hizo que un día nos cruzásemos y caminásemos juntos sólo para llegar a ser lo que hoy somos, sólo eso, sólo recuerdos... Una rosa. Un libro. Mil caricias y unos cuantos suspiros.
¿Mañana? ¿En unos meses? ¿Años quizás? Llegará.
Y puede que nos encontremos de nuevo, que vuelva a darme de bruces con tu sonrisa, que vuelva a cegarme el brillo de tus ojos, que tu olor me recuerde aquello que fuimos.
No, imposible espiral. No te habré olvidado, aprendí mal lección. Sigues aquí. No te has ido. ¿Seguirás? Probablemente sí.
Y si ese momento de encontrarnos llega, no me mires a los ojos. Ellos no mienten, no se disfrazan, pues no consigo la manera de hacer que callen lo que mi corazón grita.
Se mezclan pasado y presente. ¿Te quise? ¿Te quiero? Tengo la sensación de que retrocedo en el tiempo...

viernes, 7 de febrero de 2014

Una mirada... Tu mirada.

Y en ese instante todo quedó en silencio... Creo que sólo se oía el latir acelerado de un corazón, el mío. Cesaron nuestras risas, nuestros juegos de cosquillas y tus pupilas se clavaron en las mías. Silencio. Miradas que se dijeron a gritos todo lo que nuestras bocas callaron. Ni siquiera hubo un parpadeo que interrumpiese ese instante, instante en el que el tiempo se paró, al igual que mi respiración. Nunca antes me habían mirado así, y entonces comprendí que una mirada es capaz de contar aun aquello que intentamos negar. Mirada profunda...
Y me perdí. Me perdí en el brillo negro de tus ojos, hasta abandonarme a tu beso. Y la sangre volvió a mis fríos labios, poco a poco fui recuperando el pulso. Caí sin remedio.
Silencio. De nuevo miradas. Una mirada. Tu mirada... Todo quedó dicho, no hizo falta más.
Y sin querer hoy cierro los ojos y te veo, y vuelvo a ese momento... Suspiro. El silencio es diferente, necesito el murmullo de tus ojos buscando los míos.
Una mirada... La tuya.


jueves, 6 de febrero de 2014

Y aun espero que pienses en mi...

Mirando por la ventana, en mi rinconcito, sin nada más que hacer... Llueve... Fuera hace frio. Veo la gente pasar... Los coches. Me encanta ver la lluvia caer, su sonido...
De repente asaltan mi memoria momentos vividos, y pienso en todos los que aun me quedan por vivir. Papel y boli. Palabras... Palabras que quedarán entre la tinta y yo, que nunca diré, que nunca serán oídas... Vuelco mis sentimientos sobre este trozo de papel en blanco. Secretos callados. Nostalgia de un pasado. Esperanza de un futuro. ¿Mejor? ¿Peor? ¿Qué me espera? ¿Quién me espera? Futuro incierto.
Palabras... Palabras que seguirán atravesadas en mi garganta. Palabras que un día fueron dichas en silencio, con la mirada.
Nostalgia... si.
Y sigue lloviendo. Los coches pasan... la gente. Nadie se percata de mi presencia en la ventana. Nadie oye mis sentimientos... Ya nadie sabe leer mi mirada. Momentos. Mi corazón dicta, mi mano escribe, mi boca calla. Callará.
Me inspiras, lo sé...