domingo, 23 de noviembre de 2014

¿Dulce o amargo?

Hacía tiempo que no escribía y hoy tuve la imperiosa necesidad de hacerlo... Llevo todo el día con una pregunta que ronda mi cabeza. ¿Hay que temerle al amor cual amigo traicionero? O por el contrario, ¿le debemos abrir las puertas de nuestro corazón de par en par?
Y es que, si nos ponemos a pensar, el amor tiene doble cara, como las lentejas. A veces nos muestra su cara dulce, invitándonos a acomodarlo plácidamente en nuestra vida. Nos muestra su lado más empalagoso, ese que incita a querer tenerlo cogido de la mano por los siglos de los siglos, amén.
Y luego, está el lado hipócrita, el que cubre con sonrisas las lágrimas,  el que esconde el puñal tras la flor, algo así como ese "amigo traicionero" que cuando menos te lo esperas, no pierde la ocasión y te "la clava por la espalda"... Y la herida duele, y sangra y puede que tarde siglos en sanar, y cada vez que te roces la cicatriz sabrás exactamente en qué momento se produjo pero ya no dolerá.
Así de contrario es el amor, te da y te quita, te sube a los más alto o te arrastra por el suelo.
Y si el amor es como un amigo, que conocemos cualquier día, en cualquier lugar y que no sabes cuando y donde será,  deberíamos ser más selectivos con nuestras amistades. Nunca creas que todos piensan como tú, que todos son buenos, pero tampoco pienses que toda aquella persona que te encuentres en este camino llamado vida te hará llorar y sufrir.
Confía, sin exceso. Teme, pero no demasiado. Quédate siempre alerta, pero no en pie de guerra.
Las cosas no tienen porque ser blanco o negro, pueden ser gris. Y algún día, estoy convencida de ello pues estoy viendo colores, llegará ese alguien que te dibuje un arco iris cada mañana sin necesidad de que haya llovido.
Trata al amor como a un amigo, dale lo que te dé, desvívete si se desvive y aléjate si es necesario. En este caso, no lo tomes como una derrota, sino como una forma digna y valiente de continuar tu camino por otro sendero.
Amor, amor, amor... ¿Qué escondes?
Sonríeme y caminaremos juntos; traicióname y te diré adiós mientras camino sola y con la cabeza bien alta.

jueves, 6 de noviembre de 2014

Mis defectos y manías...

Como cualquier persona, yo también tengo mil defectos y manías.
Si, soy de esas que, como si de un ritual nocturno se tratase, antes de meterme en la cama,  remeto el bajo del pijama por los calcetines, para evitar así que "el frío" entre.
En el momento justo antes de dormir, suelo leer o escuchar poesía. Adoro el dormirme con el sabor de un buen poema en los labios o el dulce eco de los versos en los oídos. Aunque sinceramente prefiero un cálido beso de buenas noches.
Cuando estoy triste, meto la cabeza bajo las sábanas, aunque me ase de calor,  mientras oigo esa canción que trae mil recuerdos a mi memoria (casi siempre tú). Y sin que falle una sola vez, acabo llorando con esa letra que me transporta a momentos vividos.  ¿Qué masoquista no? Pues si... 
Pongo el despertador media hora antes de la hora prevista para levantarme para que así me suene cada diez minutos, al menos tres veces, mientras despierta y mirando al techo intento adivinar que será lo que me deparará el día.
Soy de ideas fijas, da igual cuantas veces me dé de cara contra el muro, nunca veo lo malo y creo que todo el mundo piensa como yo, que nadie anda por el mundo con maldad (así me va).
Cuando estoy enfadada me muerdo el labio inferior y entorno los ojos. Si si lo mio es mirar de reojo.
A veces suelo "aislarme del mundo", no hablar con apenas nadie y busco el estar sola. Son lo que yo llamo, Mis Días Cruzados o Atravesados, días,  por cierto, en los que más necesito una mirada, un abrazo o una simple palabra que me haga saber que no estoy sola.
Soy muy orgullosa, pero no me importa tragarme mi orgullo. Ya lo hago una y otra vez.
Me encanta guardar detalles materiales, compartidos con alguien y que, a pesar de ser minúsculos, cada vez que los veo brota en mi cara la mayor de las sonrisas. No es lo que guarde, sino lo que significa para mi (un simple botoncito, un trozo de chocolatina envuelta, un "manual de instrucciones" o una flor seca).
Adoro andar descalza. Sentir en mís pies el frío del suelo, en cierta manera una forma de autoconvencerme de que tengo los pies en la tierra.
Y por el contrario, me encanta imaginar, crear en mi mente momentos que no sé si algunas vez serán realizados.
Presto mucha atención a las palabras, a veces, las más insignificantes son las que más daño me hacen y aunque, no soy para nada rencorosa, tardo en olvidarlas. Me tomo las cosas muy en serio y me duele lo que ya no debería ni escocer.
Odio llorar delante de la gente, prefiero secar yo sola mis lágrimas... Del mismo modo, soy más de escuchar que de contar (bastante tienen los demás con lo suyo cómo para llenarles la cabeza con mis cositas), no me gusta hablar de mi (curioso, ya que llevo más de 20 minutos escribiendo sobre mi), pero mis penitas son mías. Eso sí, alguna que otra vez exploto (pobre de quien le toque).
Sufro de demasiada empatía y de quererme y valorarme muy poco (hoy en día, enfermedad incurable para mi).
Y mi mayor y más gordo defecto es querer a quien no me quiere y "obviar" a quien más me demuestra.
Así soy, no hay más... Con mis manías y mis defectos. ¿Virtudes? Habrá,  pero tendré que buscarlas... 

martes, 4 de noviembre de 2014

Hoy como otros días...

Y como ya hace un par de días, hoy me siento triste. Parece que se me acaban las fuerzas y la ilusión sigue corriendo delante de mi pero no puedo alcanzarla y parece ser que la tristeza anda detrás de mi y es más rápida que yo...
Días en los que tengo que hacer mil peripecias para no dejar escapar esas lágrimas que últimamente cuesta contener.
Y me levanto cada mañana y me pinto una sonrisa. Intento no pensar en ti, es más disimulo que no lo hago... ¿a quién quiero engañar? Si abro los ojos al despertar y te veo y cada noche, antes de dormir aprieto fuerte los ojos y de vez en cuando, en medio de un suspiro se me escapa tu nombre, ¡qué tonta! como si así pudiera traerte a mi lado.
Lo siento, sí lo siento, pero es que hay días en los que echarte de menos se me hace insoportable, en los que besarte es más que una necesidad, en los que únicamente añoro el refugio de tus brazos. Y me siento incompleta, como si una parte de mí se hubiera ido contigo aquel día en la despedida... Como si en cada abrazo que me dabas, un pedacito de mi corazón se quedara enganchado al tuyo. Algo me falta, sobre todo hoy con esta lluvia, que me hace recordar tantos minutos de conversaciones en las que yo era tu niña, alguien especial y ahora... ahora ni siquiera sé si soy.
Y sí, lo admito, hoy como otros tantos y tantos días, y aunque me joda, te echo muchísimo de menos.