sábado, 4 de abril de 2015

Y entonces caigo en la cuenta...

Y te veo sonreír... Y es entonces cuando caigo en la cuenta de que quiero ser la razón de muchas de esas sonrisas, que no quiero otra que no sea la tuya... Y caigo en la cuenta de que me gustas cuando te "enfadas" y me miras de reojo esbozando una sonrisa... Y me miras fijamente, aun sabiendo que ello me pone un poquito nerviosa. Y de nuevo caigo en la cuenta de que es en la claridad de tu mirada verde donde siempre quiero verme reflejada.
Y sé que es lo que quiero. Porque cada minuto junto a ti se convierte en un abrir y cerrar de ojos y cada momento que paso lejos de tu lado se convierte en una vida entera. Y es que a tu lado me siento dichosa, querida, puede incluso hasta que exagere, pero puedo decir que me siento la mujer más feliz del mundo.
Y es que no cambiaría nada de ti, porque después del vendaval llega la calma y tú eres esa calma que yo necesitaba. Tanto camino recorrido, tantas espinas y lágrimas, tantos tropiezos hasta llegar a ti. Y hoy digo que, si para llegar a ti no he podido ahorrarme el dolor y el sufrimiento pasado, todo, absolutamente todo ha merecido la pena si eres tú quien estaba ahí para cogerle de la mano y caminar conmigo.
Y de nuevo caigo en la cuenta de lo caprichoso que puede ser el destino, al que un día se le antojó que tú y yo cruzásemos más que palabras y miradas. Y es entonces cuando caigo en la cuenta que tú estabas ahí para mi, y yo llegué para ti. Y es entonces, cuando sonriendo caigo en la cuenta, que irremediablemente, te quiero.
Y no se si te quiero como nunca quise a nadie, porque nunca sentí así. Porque todo me parece demasiado bueno para vivirlo yo. Porque tengo miedo de que sea un sueño y al despertar, el sueño se desvanezca, y con el.
Y por último, caigo en la cuenta de que un sueño no puede ser tan real, tan real como esto que siento, que sentimos. Y es que te lo repito una y otra vez, eres casualidad más bonita que llegó a mi vida. Y no, no es casualidad que te quiera como te quiero porque que andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos.... ¡Qué gran verdad!

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