sábado, 13 de junio de 2015

A ti, americano; a ti, abuelo...

Dicen que el tiempo lo cura todo pero... Los días pasan y yo sigo necesitando tus abrazos, tus besos sinceros. Y es que hay días en los que me hace falta una sonrisa tuya, esa sonrisa serena, apacible, rebosante de bondad y humildad... Esos días en los que aún espero verte sentado en la mecedora del patio, o llegando de pasear a la perra, o en el sitio de tu "recreo".
Días como hoy, en los que lo que más me gustaría es sentir como me pinchas con tu barba de pocos días, mientras aprietas el beso para que yo no pueda escaparme tan pronto, dejándome para largo rato tu olor en la nariz.
Porque aun con casi 30 años, sigo necesitando de ti y me haces mucha falta... Si pudiera pedir un deseo, volvería atrás, y aprovecharía mas el tiempo junto a ti. Sé que el año en el que estábamos a muchísimos kilómetros de distancia se te hizo largo y contabas los días que faltaban para mi llegada... Y yo, contaba los días para tu abrazo. Porque aunque tú no lo creas, me haces falta, muchísima falta y no sólo a mi, sino a tus nietos y nietas, a tus hijos y hermanos, a tus amigos... A la abuela, que aunque intente disimularlo, a veces la oigo llorar.
Pero sé que desde allá arriba estás cuidando de todos y cada uno de nosotros, sé que estás conmigo y que sonríes y asientes con la cabeza cuando me ves sonreír y ser feliz. Si abuelo, no me cabe la menor duda que tú has tenido mucho que ver en toda esta maravilla que ahora, y por fin, estoy viviendo. Porque sufrías conmigo cuando tropezaba y me veías llorar, y ahora sonríes conmigo y te alegras, lo sé.
Hoy, en el día de tu santo, no puedo darte ese abrazo deseado, ni merendaremos contigo ese bizcocho hecho por mi madre, pero si puedo decirte que te quiero, que te echo de menos y te mando un beso de esos que no se han dado jamás... Y miro tu foto y sonrío, porque así es como te gusta verme, aunque a veces te hable y alguna lágrima se escape mientras pienso, " eres de esas personas que no debió irse tan pronto".
Te quiero abuelo, que si soy como soy en parte, te lo debo a ti, porque de ti aprendí que perdonar se puede y que vivir sin rencores es vivir mejor. Gracias, mi americano, por enseñarme ese don natural tuyo que es la humildad. Gracias por ser mi abuelo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario