viernes, 26 de agosto de 2016

Y cuando pensaba que ya no se podía querer más... Llegas tú.

Te escribo a ti. Al causante de mis ojeras, al motivo de mis noches de insomnio, de la falta de tiempo para mi, para todo... a ti, que llegaste hace poco a mi vida, llenándome el corazón de alegría y miedos, a ti tan frágil y pequeño, a ti que sin duda eres el gran amor de mi vida y por quien hoy daría mi vida si fuese necesario.
No necesité mucho para empezar a amarte, y ahora que te tengo entre mis brazos sé que lo hago sin medida.
Me encanta que la casa huela a ti... ese olor que llevo pegado a mi desde que al nacer te pusieran sobre mi pecho. Nunca olvidaré esa primera mirada tuya, esos ojos grandes y abiertos que me decian que no viviría nada más bello en la vida, y yo, cansada y dolorida, pero aún más dichosa y feliz.
A veces pienso que no se puede querer más, pero todo es poco para ti. Parece increíble como alguien a quien acabo de conocer, se ha convertido en el centro de mi vida, en todos los segundos de mis días.
Y te miro... No puedo creer que hayas salido de mi... No puedo creer que la vida me haya dado la oportunidad de dar vida a alguien tan perfecto.
Si tuviera que definir amor, me quedaría corta, pues sólo se que cuando me miras con esos ojazos y ese "gesto de enfado", me derrito, como cualquier chiquilla de 15 años ante su amor platónico. Pero tú, mi niño, tú no eres platónico, y nuestra unión es tan real como que el sol sale cada mañana.
Pasaría el resto de mi vida mirándote,  así  como ahora, que te veo dormir y sólo eso es motivo suficiente para hacerme la mujer más feliz de la tierra, porque yo te di la vida, pero eres tú quien ha puesto el broche de oro a mi felicidad. Ahora sí, no hay mayor motivo que tú para levantarme cada dia (y cada noche).
A pesar de tus llantos desesperados, a pesar de mi agotamiento extremo, a pesar de esos momentos en los que digo "este niño va a acabar conmigo", a pesar de lo duro que es el comienzo de este camino, a pesar de verme metida de lleno en el tremendo caos de ser madre primeriza a la que todo le aterra te amo... perdón, TE AMO. Sí, TE AMO, y más a cada segundo que pasa.
Gracias por cada pequeña sonrisa que me regalas (ahora ya vas sonriendo más, jeje).
¿Para qué quiero más riqueza? Os tengo a ti y a papá, al que también adoro por todo lo que hace conmigo y para mi, por mimarme y quererme aún cuando ni yo misma me soporto. La vida me ha regalado un golpe de suerte con vosotros, mis dos amores, los hombres de mi vida. Y es que a veces "la vida nos besa en la boca"
Estoy enamorada de dos hombres a la vez, y tengo la suerte de tenerlos a mi lado y poder compartir mi vida con ellos.
¿Qué más se puede pedir?


No hay comentarios:

Publicar un comentario